martes, 28 de junio de 2011

La quimera del oro

Cuando oía hablar del cine de Chaplin sentía curiosidad de cómo era, de qué trataba y qué  fin perseguía. En primer semestre repasamos la vida de quienes se dedicaron de lleno al mundo de las comunicaciones, a mi me toco Renny Ottolina, pero uno de mis compañeros habló de Charlie Chaplin y su personaje célebre de Charlot, y me gustó tanto que al ver cine en este nivel estuve dispuesto a experimentar un poco con su obra.
La quimera del oro de 1925 trata una temática ya experimentada por Chaplin en trabajos anteriores como Charlot vagabundo y el chico –confieso no haberlas visto, pero leí sobre las películas que hizo- que profundizan en la soledad, la necesidad que cariño y la búsqueda de la felicidad, tema muy bien plasmado en el film. Charles y los demás actores se interrelacionan tanto, que hacen de la historia algo agradable.
Me sorprendió la calidad de la toma, mayormente planos generales, medios y algo de primeros planos. También la realidad de la escenografía, primero en la montaña y luego en el cabaret. Todo esto se conjugó, a mi parecer, en un éxito en su tiempo. Ya entiendo por qué decían que varias de las escenas de la película se utilizan actualmente, como cuando Mac Kay ve a Chaplin como un pollo, o como cuando en el cabaret   Jack   lo hace caer frente a todos.
Al observar los recursos que usó Chaplin para esta película me doy cuenta de que a pesar de las pocas tecnologías que tenía a su alcance, logró captar al público de su tiempo y aún ahora sigue llamando la atención de nosotros. Unió dos géneros un uno, la comedia y el drama; jugó con las emociones, las alegrías y las tristezas y mostró dos caras de la realidad, la pobreza y la riqueza, efectos que la convirtieron en una referencia obligada en la historia del cine de Chaplin.
 Todo lo antes expuesto es producto de la imaginación de un cineasta, la habilidad de un actor, la sensibilidad de un guion y el encantamiento de una historia, que a pesar de los años forma parte de la memoria colectiva del cine actual y si los cineastas de hoy día se fijan en las cualidades de Chaplin, tendrán éxito seguro, ya que está comprobado por la experiencia.