martes, 4 de enero de 2011

El pensamiento filosófico en tres tiempos

El pensamiento filosófico nació de la necesidad de conocer de dónde venimos, de qué estamos hechos y la razón de nuestra existencia. En occidente los griegos empezaron a razonar en este campo; como resultado se conformaron escuelas o grupos de hombres que dilucidaron el origen de todo. Empezando por Tales de Mileto y su Arje, pasando por Parménides y su Ente y las demás propuestas de las escuelas presocráticas.

Cerca de 470 antes de Cristo nació en Atenas   el que sería el padre de la filosofía moral: Sócrates. Hijo de un escultor y una comadrona o partera, vivió una vida humilde; a pesar de esto recibió una buena educación. Estudió letras, música, dialéctica y retórica, esto lo condujo a una vida empleada para el conocimiento. En su tiempo, las escuelas filosóficas -como las sofistas- ­­­solo enseñaban a aquellos que en un futuro tendrían la responsabilidad de gobernar. Sócrates tuvo suerte y pudo recibir toda aquella instrucción. Después de prepararse empezó su etapa como maestro. Usaba el método mayéutico, que consistía encontrar la verdad en el propio estudiante, dándole sólo las herramientas para encontrarla.

Después de ir a las batallas de Potidea (432-430 a.C.), Delio (424 a.C.) y Anfíboles (422 a.C.) se dio cuenta de que la política no era su vocación. A partir de allí se dedicó al estudio filosófico. Redactó la primera constitución de que se tenga constancia, siempre quiso impartir sus conocimientos a la gente. Fue encarcelado por enseñar las leyes a los jóvenes; murió luego de iluminar la mente de aquellos que estuvieron dispuestos a escucharle.

“conócete a ti mismo” es la máxima de Sócrates. Invita a reflexionar sobre lo que somos, lo que buscamos y lo que queremos ser. Es un ejemplo para los comunicadores de hoy en día, ya que estuvo dispuesto a morir por enseñar al pueblo. A diferencia de los sofistas, Sócrates no cobraba por sus clases y las extendía a todos los interesados. Al igual que él, debemos informar sin distinciones ni prejuicios, siempre dispuestos a ayudar y a ser la voz de aquellos que no la poseen.

Luego de la explosión ideológica griega, aparece en la escena un hombre que aún hoy es conocido como el más grande de todos los tiempos: Jesucristo. Su mensaje revolucionó el mundo y fundó lo que conocemos como cristianismo. Luego de su muerte en 33 de nuestra era, diversas corrientes de la nueva fe se independizaron y fundaron distintas instituciones religiosas, la más destacada: la Iglesia Católica Apostólica y Romana. Ésta es la que generó un gran imperio religioso que dominó en toda la edad media. Durante este período surgieron diversos filósofos que unieron ideas socráticas, platónicas y aristotélicas con el pensamiento cristiano. Un ícono de esta época fue San Agustín de Hipona. Nació en Tagaste, Numidia (actual Souk-Ahras, Argelia) el 13 de noviembre del 354 de nuestra era.

Su padre era pagano pero su madre cristiana, lo que produjo en la familia una división religiosa. Agustín era un joven de mundo, tuvo su primer hijo a los 17 años. Estudió varias corrientes filosóficas a raíz de las lecturas de Hortensias de Cicerón, un orador y político romano. Se unió al maniqueísmo -filosofía Persa muy extendida en aquella época por el Imperio romano de Occidente- en busca de la verdad, lugar donde no la halló debido a sus no tan altos códigos morales, pensó que no tenían la verdad, luego se hizo escéptico, filosofía griega que negaba todo postulado.

Alrededor de 383 de nuestra era viajó a Roma, lugar donde cambiaría su vida. Conoció grupos Neoplatonistas donde encontró razonamientos convincentes; también al obispo San Ambrosio, el cual lo indujo a leer la biblia. El primer texto que leyó fue Romanos capítulo 13, versículos 13 y 14. Aquellas palabras calaron hondo en su mente e inmediatamente se convirtió al cristianismo. Fue consagrado Obispo de Hipona en 395 d.C. Durante su vida estudió las sagradas escrituras y formuló doctrinas coma la de la trinidad. Habló de la gracia divina y el pecado original.

Con respecto a la comunicación social, notamos un excelente ejemplo de San Agustín. Él buscó siempre la verdad y usó el estudio y la investigación para encontrarla. Al igual que él, tenemos el deber de buscar siempre el trasfondo de los hechos, dedicar tiempo a la investigación de datos, declaraciones o pruebas que sustenten nuestros argumentos; sin duda alguna San Agustín deja claro sus motivaciones en Confesiones.

Ya en la edad moderna, en el auge del existencialismo, el naturalismo, las ideas evolucionistas y la visión antropocéntrica del mundo, surgen gran cantidad de filósofos y pensadores que buscan la verdad de las cosas. Ejemplo de ello fue el filósofo social y religioso alemán, inspirador de la teoría de los valores, Max Scheler. Éste estudió a profundidad la fenomenología -corriente filosófica del siglo xx que describe las estructuras de la experiencia sólo como lo reconoce la conciencia y no atribuyéndola a la teoría de las cosas- basándose en el pensamiento de Edmund Husserl en el cual desarrolló sus postulados.

Habló de la ética y los valores humanos basados en la fenomenología Husserlinana y profundizó, desde el punto de vista social, las emociones más representativas de la colectividad: el odio y el amor. En 1920 se convirtió al catolicismo, razón por la cual todos sus escritos giraron en torno a lo eterno en el hombre, para justificar su conversión, seguido por un importante estudio de la sociología del conocimiento, Formas de conocimiento y sociedad  en 1926. Más adelante sale del catolicismo y crea una rama filosófica que se refleja que “en todo conocimiento abstracto y valores religiosos son considerados sublimaciones de los instintos básicos humanos” expuestos en su último libro El puesto del hombre en el cosmos de 1928.

Comparándolo con la comunicación social, Scheler siempre se basó en la ética y los valores, pilares fundamentales de un periodista, ya que tiene en sus manos el eje de las sociedades actuales: la comunicación de ideas a través de medios de difusión masivos.

Globalizando los tres pensamientos filosóficos en conjunto, se puede decir que la razón humana es el pensar y analizar qué  y por qué pasan las cosas a su alrededor. Sócrates, San Agustín y Scheler  tuvieron un gran peso en el pensamiento social y religioso, aportaron teorías para explicar las cosas y comunicaron un mensaje innovador para el tiempo en que vivieron. Como comunicadores tenemos la obligación de estudiar y analizar los mensajes que damos, ya que de eso dependerá nuestra arma más preciada: la credibilidad.